¿Cuáles son los beneficios de un estudio de mercado?
El resultado de obtengamos está determinado, principalmente, de nuestra gestión.Poco uso de la estadística.
La importancia del estudio de mercado. Sí, ese paso que todos sabemos que es obvio, pero ese mismo paso que tanta gente obvia o ejecuta por encimita, de manera superficial. Después, eso sí, paga las consecuencias, y bien caro, porque además de perder dinero, también dilapidas lo único que nunca se puede recuperar: el tiempo.
En el mundo actual, la competencia es feroz, el conocimiento está al alcance de cualquiera y el cliente es más educado y menos leal que en el pasado. Eso nos obliga a dar lo mejor, a exigirnos al máximo y, sobre todo, a procurar cometer el menor número de errores, especialmente una tan elemental como esta de pecar con el estudio de mercado.
¿Para qué sirve? Para conocer el mercado y saber cómo está compuesto. Qué personas lo conforman, cuál es su nivel educativo y su poder adquisitivo, qué costumbres tienen, a quién le compran y por qué lo hacen. También, cuáles son sus aspiraciones, sus sueños, sus gustos, su comportamiento después de haber realizado una primera compra.
Un estudio de mercado es una investigación cuantitativa, principalmente, con matices cualitativos. ¿A qué me refiero? Que los resultados que arroje deben estar representados en cifras, es decir, en algo objetivo, susceptible de medir y de analizar. Lo cualitativo está relacionado más con lo subjetivo, con percepciones, sensaciones, con sentimientos.
Los beneficios
Lo que más nos interesa, por supuesto, es lo cuantitativo. De ahí que sea vital recopilar la mayor cantidad de datos posible, siempre y cuando sean pertinentes y contribuyan a darte luces sobre las acciones que debes ejecutar. Eso significa que debes mirar nichos distintos, grupos de edad diferentes, de modo que puedas comparar.
Una de las informaciones más valiosas que nos debe arrojar este estudio de mercado es el perfil de nuestro cliente, el famoso avatar. A veces, cometemos la equivocación de dirigirnos a un cliente demasiado general, poco específico, y por eso nuestro mensaje no impacta. Debemos definirlo tan preciso como sea posible, cualitativa y cuantitativamente.
¿Eso qué significa? Que no solo debe interesarnos su nivel de estudios, su trabajo o su nivel de ingresos, que son importante. También debemos fijarnos en sus gustos, en sus sueños, en esas situaciones de la vida que tanto lo atormentan y que, eventualmente, son una oportunidad para poner a su servicio el conocimiento y la experiencia que poseemos.
Tan pronto sepas a qué nicho que vas a dirigir, necesitas definir el problema que lo aqueja. Debes establecer quiénes son tus clientes objetivo, quién es y cómo actúa tu competencia, y luego diseña ese producto que brinde la solución esperada y que, claro está, marque una diferencia con el resto de la oferta existente.
Enfócate en un nicho. Querer abarcar más porción del mercado de la que en realidad estás en capacidad de atender es una gran tentación, pero también puede convertirse en un gran problema. ¡Evítalo! Recaba toda la información posible acerca de esas personas, transfórmate en un especialista en ellas, conócelas como si hubieras estado con ellas toda la vida.
La información la puedes recopilar de diversas maneras, y eso depende básicamente de tus recursos, de las herramientas con que cuentes. Puedes realizar encuestas en redes sociales, entrevistas telefónicas o en la calle, poner avisos publicitarios en internet, en fin. Puedes ser tan creativo como quieras, siempre y cuando te lleve a la información que requieres.
El siguiente paso es convertir esa información en los datos que necesitas para saber si tu idea tiene futuro como negocio en ese nicho. Plásmalas en gráficas, conviértelas en tablas que puedas comparar y haz el análisis correspondiente. Si los datos son buenos, te servirán tanto para saber qué hacer como para descartar opciones. De eso se trata.
Lo más probable es que te des cuenta de que este primer paso no es absoluto, es decir, quizás no baste. Seguramente, necesitarás ahondar tu estudio, o hacer uno nuevo, para encontrar los argumentos que te permitan saber si tu producto es viable, si es interesante para ese nicho, si en verdad puede convertirte en la solución al problema que lo aqueja.
No supongas, no creas, no pienses que tienes solución o que eres la solución. El trabajo de un marketero es recopilar la información necesaria para tomar decisiones conscientes que se reflejen en acciones efectivas. Ese es el único camino para cerrarles el camino a los imponderables, es el comienzo de la sucesión de hechos que te conducirán al éxito.
Fuente: MercadoGlobal.com
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