Realidad estudios de mercado

«Zapatos cómodos, el uniforme de camuflaje de compras (pantalones caquis, polo verde oliva, nada de loción para después del afeitado y unos buenos calcetines, gruesos y de color pardo)». (Por qué compramos, Paco Underhill, 1999).

Así describía en 1999 Paco Underhill en su libro, de lectura obligada, Por Qué Compramos, como observaba al consumidor para estudiar su comportamiento, como si de un documental de estudio zoológico se tratara.

Si te preguntara el motivo por el cual te has comprado una camisa nueva, posiblemente tendrás una o varias buenas razones para explicar o «justificar» tu compra. La necesitabas, te gustó o tenía buen precio.

Pero el propio Underhill citado anteriormente, sugiere que el número de clientes que se deciden a comprar, aumenta en un 50% cuando interactúan con un vendedor (hablando de ropa) y que se duplica cuando entra en un probador. Y seguramente, ninguno de estos motivos, estarán entre los que barajas. Es posible que te pareciera algo frívolo decir «la dependienta era agradable», por ejemplo. Años y años pensando que somos seres racionales, ¿en qué lugar nos iba a dejar una respuesta emocional como esta?

Hay otros muchos factores que determinan nuestras elecciones, y de los cuales no somos conscientes, como la luz, la música, el orden, la amplitud de la gama, etc.

Hay numerosos estudios que demuestran que las personas decidimos mejor y estamos más satisfechas con nuestra elección cuando tenemos que elegir entre un número reducido de opciones. Cuando la gama es demasiado grande no somos capaces de percibila correctamente e infravaloramos las opciones disponibles. ¿Nunca has salido corriendo agobiado por la cantidad de posibilidades y la imposibilidad que tenías para decidir?

Otro sesgo que se  produce a la hora de decidir y que manejan muy bien algunas marcas, es el llamado aversión a los extremos, identificada por Daniel Kahneman, y que demuestra que las personas, entre 3 posibilidades, preferimos elegir la intermedia y alejarnos de las opciones de los extremos. Si hay más de tres, optamos por las intermedias.

Igualmente en las web, reducir el número de opciosnes de 25 a 5 mejora la tasa de conversión en un 20%.

Así que será difícil que en una entrevista a un cliente, interrogándole sobre los motivos de su elección, nos cuente que la vendedora fue especialmente amable, o aluda a alguna de las teorías de Kahneman, como la aversión a la pérdida o la aversión a los extremos, para explicar las motivaciones explícitas por las que realizan las elecciones.

El entorno, comentaba anteriormente, es un poderoso «influencer» sobre lo que pensamos y sentimos en cada momento. Hasta nuestro estado de ánimo influye sobre la percepción de nuestro entorno.

Teniendo en cuenta, además, que no todos los elementos del entorno tienen el mismo impacto y que normalmente, lo primero que vemos, conforma nuestra idea de lo que encontraremos posteriormente.

En este sentido, nuestro cerebro tiene problemas para integrar el sistema dual que supone la actividad del subconsciente y consciente.

Hay diversidad de estudios que demuestran cómo el subconsciente reacciona a lo que ve y adapta su conducta. Asociamos atributos del entorno con los objetos que nos presentan de manera «automática».

En referencia a lo anteriormente descrito, investigadores del campo de la conducta del consumidor descubrieron que estas asociaciones se producían con un curioso experimento. Mostraban diferentes objetos, cubertería, jabonería, sanitarios junto a una obra de arte y estos los percibían más lujosos, ya que se producían asociaciones con el arte y les atribuían el mismo valor que la cuadro, de manera no consciente.

Así que un ambiente lujoso y cuidado, generará asociaciones a los productos que se nos presenta en este sentido, y viceversa. Si estamos ante un espacio sucio, descuidado, atribuiremos esos mismos valores a los productos.

Desde luego, en el segundo supuesto, tendremos la ventaja de tener menos reclamaciones, entre otras cosas, ya que las expectativas del cliente serán muy bajas, más fáciles de satisfacer.

Si queremos entender la motivación de los consumidores, deberíamos situarnos en el nivel subconsciente, y leer el entorno como este lo hace.

Entonces, ¿cómo de precisas son aquellas técnicas de investigación que sacan al consumidor de su entorno, especialmente de aquel que estamos intentando evaluar?

La observación del consumidor, nos permite dejar de lado todas esas variables y tener una idea más exacta de lo que realmente le motiva y lleva a una elección concreta.

Teniendo en cuenta que el mayor riesgo de la observación es el sesgo de confirmación, tendencia a ver o atribuir importancia solo a las observaciones que confirman o encajan con las nuestras propias.

Como decía anteriormente, la observación del consumidor, tanto de su conducta física como de las emociones y de cómo se relaciona el consumidor con su entorno.

Underhill descubrió que un indicador del pensamiento del consumidor es el tiempo. El tiempo que éste pasa comprando en una tienda y el ratio de intercepción, relación con el personal de esta, son determinantes para conocer la probabilidad de venta.

También el tiempo que un cliente pasa con un objeto en sus manos es directamente proporcional a la probabilidad de compra. Esto me recuerda todos aquellos letreros de «Prohibido tocar» o «Se ruega no tocar». Más les valdría poner «Se ruega no comprar en este establecimiento» «¡Prohibido comprar!»

El ritmo de desplazamiento también es un indicador interesante sobre «quien está a los mandos». Cuando estamos en modo automático es el subconsciente quien nos guía, y recorremos el mismo camino hacia nuestros objetivos, sin prestar atención a otros estímulos.

Observar las emociones de los consumidores es particularmente útil ya que estas suponen el nexo entre el subconsciente y consciente. De esta manera es posible tener una idea de lo que hay en la mente de un consumidor analizando sus emociones.

Por qué consumimos o por qué hacemos lo que hacemos y como lo hacemos, sigue siendo el objeto de los estudios de mercado y del consumidor, pero obtendremos muchas más respuestas a todas estas preguntas si entendemos que gran parte del comportamiento de estos, es subconsciente, que los sesgos cognitivos, la heurística del reconocimiento, la fluidez mental (seguir siempre el camino conocido), el entorno o el hecho de que el ojo es capaz transmitir 10 millones de unidades de información por segundo y solo podemos procesar 40, determinan al mayor parte de nuestra conducta.

Y que, por todo ello, preguntar directamente las motivaciones a los consumidores, no nos ofrece una garantía de obtener una información fidedigna.

El filósofo Bertrand Russel dijo: «Al descubrimiento de nuestros propios motivos solo puede llegarse por medio del mismo proceso por el que descubrimos el de otras personas, a saber, el proceso de observación de nuestros actos y la inferencia del deseo que pudiera incitarlos».

Fuente: PuroMarketing

campaña electoral

Las mayores dudas entre los votantes se produjeron entre el PP y Ciudadanos y entre el PSOE y Podemos

Las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, que tendrán que repetirse el próximo 26 de junio, se decidieron en los 15 días de la propia campaña. La encuesta poselectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), conocida ayer, revela que casi cuatro de cada diez ciudadanos decidieron su voto durante esas fechas previas a los comicios. El importante porcentaje de indecisos dudó mayoritariamente entre votar a los partidos tradicionales o a las formaciones emergentes. Cerca de un 80% declara no arrepentirse de su voto. Mientras, el PP mantiene el electorado más fiel.

La campaña electoral del pasado 20-D resultó decisiva para el voto de un 35,9% de los ciudadanos, según ha confirmado ahora el barómetro poselectoral del CIS, la encuesta que más información ofrece para comprender el comportamiento de los votantes. El 17,6% decidió durante la última semana de campaña a quién votar y el 9,3%, incluso, el mismo día de las elecciones.

Las mayores dudas se produjeron entre votar a los partidos tradicionales o a los nuevos, fundamentalmente, entre el PP y Ciudadanos o entre el PSOE y Podemos. El sondeo revela también por qué Podemos e Izquierda Unida están negociando ahora una coalición para concurrir el 26-J: la indecisión entre apoyar a unas u otras siglas fue alta entre su electorado.

El 62,8% de los encuestados afirma que tenía su papeleta decidida antes de que comenzara la campaña, el pasado 4 de diciembre. Pero el restante 36% —excluidos quienes no contestan— tomó su decisión influido por la campaña, es decir, en los 15 días que preceden a las elecciones, lo que da idea de lo importantes que resultan los mensajes o la actuación de los partidos en la recta final para los comicios y de cómo pueden movilizar o desmovilizar a los ciudadanos. Más aún, parece, en un escenario novedoso para los españoles como es el sistema multipartidista.

Los dirigentes de Podemos, por ejemplo, que presumen de haber logrado el pasado diciembre una remontada tras su tendencia a la baja en las encuestas, suelen decir que con una semana más de campaña habrían mejorado mucho sus resultados. Algo hay de cierto, según trasluce el sondeo, porque hasta el 32,6% de sus votantes se inclinó por darles su apoyo la última semana. La volatilidad afectó más, como es lógico, a los partidos nuevos. Ciudadanos también convenció a última hora al 37% de sus respaldos.

La encuesta del CIS, realizada entre enero y marzo con 6.242 entrevistas, confirma que las elecciones se dirimieron en gran medida en la dicotomía entre lo nuevo y lo viejo. Las mayores dudas de los votantes se produjeron entre apoyar al partido tradicional de centroderecha (PP) o al de centroizquierda (PSOE) o a quien vendría a ser su homólogo emergente: Ciudadanos, en el caso popular, y Podemos, en el socialista. Así, un 17% de los que dudaron entre respaldar a un partido o a otro dirimió su decisión entre PP y Ciudadanos, y un 11,6% dudó entre hacerlo entre PSOE y Podemos.

Los electores también percibían como compatibles, no obstante, al PSOE y Ciudadanos (el 9,6% dudó entre ambos) y, a pesar de las diferencias mostradas después por Ciudadanos y Podemos durante las negociaciones de Gobierno, un 8,4% dudó en las urnas entre decantarse por uno de los dos. Este último porcentaje podría —o debería— reducirse ahora, toda vez que los partidos de Pablo Iglesias y de Albert Rivera se han demostrado incompatibles tras su llegada al Parlamento, y se han resituado ideológicamente. Ciudadanos en el centroderecha, y Podemos más a la izquierda que IU, según los perciben los electores.

Entre los indecisos destaca también que un alto porcentaje, un 9,3%, dudó entre votar a Podemos o a Izquierda Unida-Unidad Popular, que ahora se encuentran en plena negociación para concurrir juntos a las urnas. Y un 6,2% tuvo dudas entre PP y PSOE, a pesar de que los socialistas defienden que su proyecto político es antagónico al de los populares.

El CIS poselectoral, que analiza el comportamiento de los ciudadanos en las elecciones precedentes y suele ser escudriñado por los partidos en busca de claves, descubre también un dato que apunta a una posible repetición del voto del pasado 20 de diciembre en la próxima cita electoral, aunque con matices. Hasta un 78,4% declara que volvería a votar lo mismo si hubiese conocido de antemano los resultados del 20-D, cuando el PP fue la primera fuerza, con 123 escaños, seguido por el PSOE (90), Podemos (69) y Ciudadanos (40).

En todo caso, ello no significa que casi ocho de cada diez vayan a hacer lo mismo el 26 de junio. Hay que tener en cuenta que la encuesta se realizó entre enero y marzo, tres meses en los que se han sucedido las negociaciones de las que, solo al final —ya en abril—, se ha conocido que conducían a una nueva cita en las urnas. Así, las tripas del CIS no ofrecen de forma contundente la clave que ansían dilucidar las formaciones: a quién responsabilizan los ciudadanos del fracaso de la formación de Ejecutivo y de la repetición de los comicios.

Más bien, el dato viene a validar la tendencia que muestran también otras encuestas, como las de Metroscopia para EL PAÍS, según las cuales los ciudadanos no añoran el bipartidismo que se ha mantenido en España los últimos 40 años. Según los datos del clima social de abril, la mayoría de los ciudadanos (70%) avala el actual escenario multipartidista.

Metroscopia apunta a un aumento de la abstención en esta repetición. La encuesta del CIS da una pista sobre a quién afectó más la abstención la anterior cita. si quienes no fueron a votar el 20-D lo hubiesen hecho, habrían apoyado sobre todo al PSOE (un 27%) y al PP (24%).

Fuente: El País

 

Estudio de clima laboral

La necesidad de las empresas de contar con empleados felices, que les impulsan en su crecimiento, llevó al nacimiento del Feel Good Management: la búsqueda, consecución y mantenimiento de un ambiente de trabajo saludable. ¿Su fin último? La felicidad del empleado.

Esto se logra favoreciendo la integración de personas de diferentes edades, culturas y género, pero con un mismo acercamiento y apreciación por el trabajo.

Los trabajadores felices aseguran el éxito de las empresas.

Desde hace décadas, el equilibrio entre vida profesional y personal se ha consolidado como el elemento clave del crecimiento de un negocio. Es sencillo: una compañía crece cuando sus empleados se sienten plenos pues esto los hace mucho más productivos.

Ante esta necesidad de tener felicidad en las empresas, surgió la práctica de recursos humanos conocida como Feel Good Management. Se trata de la búsqueda, consecución y mantenimiento de un ambiente de trabajo saludable. ¿Su fin último? La felicidad del empleado.

Se trata de una metodología poco conocida en los países latinoamericanos (con algunas notables excepciones). La startup de e-commerce de moda onlineStylight indica que esto se logra favoreciendo la integración de personas de diferentes edades, culturas y género, pero con un mismo acercamiento y apreciación por el trabajo.

¿Por qué me interesaría que mis empleados sean felices?

La pregunta puede parecer agresiva, sin embargo, es un cuestionamiento que muchos directivos se hacen cuando se les habla de la importancia de mantener la moral de sus equipos.

El Feel Good Management se relaciona fuertemente con la productividad de los empleados y la imagen de marca de la empresa como empleador. Es decir, una compañía que se compromete con sus trabajadores hace que éstos se “pongan la camiseta”, adopten los objetivos empresariales como propios y los lleva a dar más allá de lo que sus responsabilidades les exigen. Además, reduce la rotación de empleados y reduce las ausencias por enfermedades.

La metodología no se trata de dar premios a “diestra y siniestra” a los empleados, sino de promover prácticas regulares que definan a la empresa y que refuercen los valores de la misma en acciones que involucren a todas los colaboradores, desde el CEO hasta el último de los trabajadores.

¿Cómo puedo implementarlo en mi empresa?

No se trata de hacer acciones dramáticas o costosas. Stylight asegura que cosas tan simples como poner fruta fresca en el comedor, organizar clases de fitness, un pequeño cuarto ara una siesta o hasta la simple inclusión de los empleados en decisiones estratégicas, pueden hacer una diferencia gigante.

En resumen, la razón para incluir un especialista de Feel Good Management en tu negocio es simple y sencillamente fortalecer la cultura empresarial de tu negocio y valorizar el activo más importante que tienes: tus trabajadores.

Carina Meyer, Feel Good Manager de Stylight, ofrece tres claves para implementar esta metodología en cualquier startup:

1. Identifica los principales problemas que afectan a la plantilla, el ambiente de trabajo, cultura empresarial, etcétera, a través de una encuesta o reuniones con empleados estratégicos.

2. Desarrolla medidas que permitan aumentar la satisfacción y el compromiso de los empleados para con la empresa. Hacer al equipo parte de todo el proceso, en la búsqueda e implementación de las nuevas prácticas, con el objetivo de favorecer su aceptación.

3. Comunicar de forma transparente cómo, cuándo y por qué esos cambios serán realizados.

 

FUENTE: Entrepreneur